lunes, 4 de abril de 2011

Tortoise en México

El pasado miércoles 23 de Marzo, uno de los mayores exponentes del post-rock, se presentó en el Foro Voilá Antaras. He aquí la crónica de lo que pasó ahí dentro.

La colonia Polanco, refugio para turistas, empresarios o escapistas de la crisis, parece situarse siempre como detrás de una vitrina y la Plaza Antaras no es la excepción. La gente luce aburrida; supongo que el hastío es el precio a pagar por fingirse primer mundo. En el reloj son apenas las ocho; el concierto está anunciado a las nueve y media. Carajo, me digo mientras camino entre tiendas de lujo desiertas, rodeadas de árboles artificiales y luces tenues. En un lugar en donde la prisa engreida es la etiqueta obligatoria, el exceso de tiempo y los bolsillos vacíos lo dotan a uno de la extravagancia suficiente para considerarse no sólo intruso sino, además, indeseable. En resumen: que no te importe estar jodido puede tacharse de arrogancia en ciertos sitios.

Pero entremos en materia sonora. Porque no andaría paseando mi tedio por estos rumbos si no tuviera una buena razón y esa razón -señoras y señores- se llama Tortoise. Ubicado dentro de la ya mentada Plaza Antaras, el Foro Voilá acogerá en un par de horas a este quinteto de Chicago, principal abanderado del llamado Post-Rock y responsable de seis álbumes en donde la vanguardia sonora y la originalidad creativa han sido la constante.

El jazz de John Coltrane y el minimalismo de Steve Reich conjugados con elegancia; la estridencia del punk dentro de la sutileza del ambient; la música electrónica derivando en rock progresivo. Así, dicen los críticos, el campechaneo fino se llama Post-rock. Claro, puede pensarse que es otra vieja y pretenciosa etiqueta, un vano intento de clasificar lo inclasificable. Todo esto es cierto... hasta que asistes a un concierto de Tortoise.

Porque ahí están ya los golpes, el telón abriéndose, las dos baterías a cargo de John Herndon y John McEntire. Gigantes. El sonido se impone en cada compás y de pronto la guitarra de Jeff Parker nos agarra del cuello lanzàndonos hacia lo impredecible. No hacen falta palabras: la pura música es suficiente para decirlo todo. Un ritmo nuevo aparece, otro se esfuma. Qué difícil decidir por dónde empezar a degustar la belleza; mejor claudicar, abandonarse.

Hay algo que distingue al Voilá de los otros foros citadinos: se escucha perfecto. La acústica del lugar es impecable y eso parece venir añadido en el precio de las cervezas: "80 pesos, joven". Gracias, tal vez después.

John Hernon deja su sitio en la batería para ocupar los vibráfonos junto con Dan Bitney. Suenan los primeros arpegios de Suspention Bridge at Iguazú Falls. Una gran canción; lenta, hecha de agua. Le sigue Minors, incluida en su nuevo disco Beacons of Ancestorship, llena de cadencias sutiles pero contundentes y en donde el bajeo de Doug McCombs parece abrillantar aún más la ya de por sí luminosa guitarra de Parker.

A mi alrededor las luces oscilan; algunos cierran los ojos, otros se mantienen absortos ante esos músicos ya veteranos que, de buenas a primeras, a media canción si así lo quieren, cambian de sitio y de instrumento. Ahí está John McEntire por ejemplo, ahora detrás de un sintetizador al centro del escenario. Tiene la mirada fija en el vacío, el cuerpo rígido; la figura de un capitán demente a cargo de una nave espacial. De sus dedos surgen las primeras notas de algo que suena como al soundtrack ácido de una porno futurista. Después todo es alucine, un viaje sincopado y perfecto hacia una galaxia nacida ahora mismo. Monica, se llama la canción, otra del nuevo disco.

De pronto todo calla. Quedamos suspendidos, trémulos. La guitarra de Jeff Parker nos arranca a todos un escalofrío y Along the Bank of Rivers nos deja flotando en el espacio, a la deriva. Enseguida todo se precipita, las guitarras aceleran, entran en turbulencia. Un bajo lleno de saltos simétricos acompaña la dulce melodía de los vibráfonos. De nuevo el sintetizador, a cargo de McEntire, nos seduce, nos atraganta las orejas de notas casi sólidas. Un madrazo limpio, bello, nos cierra el hocico a todos. Entiendo entonces que el post-rock no se refiere a una clasificación musical, sino a una clasificación sonora. Más allá de los recursos melódicos, armónicos y estructurales, el post-rock es una manera de entender y abordar el sonido. Y ahí está Prepare your Coffin, o cualquiera de las otras 16 rolas que los de Chicago ejecutarán esta noche, para confirmarlo.

Después de un breve encore, Tortoise regresa con Yinxianghechengqi, una rola casi free-jazz en donde lo único claro es la melodía disonante del teclado. Sin darnos tiempo para recuperarnos, caen los primeros golpes de Glass Museum en los vibráfonos y ya nadie puede resistirse. Nos dejamos llevar de la mano a través de ese laberinto de espejos, como si fuéramos niños. Nos perdemos con gusto en cada acorde, en los ecos del vibráfono, en la guitarra hipnótica.

Se escuchan gritos de júbilo, estos ancianos han logrado alegrarnos la existencia por ya más de una hora y media. Pero la noche casi termina. Ahora soy yo el que cierra los ojos ante la extrañeza de Seneca. Cada nota hace un agujero en mi cabeza y hay una ventana que se abre dejando entrar un río transparente. A veces la música logra encender esas zonas internas en donde está vetado el pensamiento. Sí, la música ordena nuestro silencio, pienso.

Para entonces ya todo ha acabado, estoy afuera y sufro una especie de trance que me obliga a agitar la cabeza al compás de un ritmo inaudible. La Plaza Antaras está desierta, casi a oscuras; un par de policías rondan por los pasillos. Cualquier rastro de glamour ha desaparecido y Polanco bien podría ser escenario de alguna pésima película de zombies. Algún yuppie borracho buscará su auto en el estacionamiento y los nuevos hipsters comentarán el concierto en algún antro disponible: Estuvo increíble, wey. Yo sólo me pregunto cómo diablos voy a regresar a casa, mientras un avión cruza el cielo haciendo vibrar todo el aire.

2 comentarios:

  1. Ah que verga... Pienso, ver a Tortoise tocando debe ser razón suficiente para sentirse motivado a grabar muchas maquetas pendejas/ruidosas. Al menos cuando les ví en un conciertillo por ahí en el youtube sentí que tal vez si le echaba muchas ganas un día podría hacer algo parecido... sé que no, ja ja, pero el punto es que sentí las ganas de hacerlo.

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  2. sí no ma, a mí me inspiraron a tocar en vivo; tocar tocar tocar así de preciso.-

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